La
calidad del aspecto y el sabor de una taza de té
se ve afectada por el agua utilizada en la infusión.
Hoy la mayoría de las personas utillizan el
agua del grifo : el contenido mineral y los componentes
adicionales, como el cloro, pueden echar a perder
la infusión.
La
leche en el té
La
costumbre de añadir leche al té se extendió
por toda Gran Bretaña a finales del S XVII,
desde donde viajó a las colonias inglesas.
En la actualidad, casi todas las mezclas destinadas
al mercado británico están concebidas
para tomarse con leche. A pesar de que la adición
de leche a una taza de té es una simple cuestión
de gusto personal, cabe tener presente que la leche
estropea el sabor de algunos tés, especialmente
los blancos, verdes, oolongs, la mayoría de
tés negros de China (con la excepción
de Yunnan), los darjeelings de primera cosecha, los
tés aromatizados y algunos tés negros
ligeros.
En cuanto a la cuestión de qué debe
servirse primero en la taza, la tradición insiste
en que debe ser la leche, para reducir el riesgo de
que se quiebre la porcelana al verter el té
caliente. Además es cierto que al verter el
té sobre la leche, se mezclan mejor. Según
el criterio científico oficial, es preferible
poner antes la leche en la taza, porque así
enfría el primer té que se incorpora
y se reduce el riesgo de escaldar la leche, lo que
podría producir un sabor desagradable. En cambio,
otras personas prefieren añadir la leche después,
pues así resulta más fácil conseguir
las proporciones deseadas. En cualquier caso no existen
normas estrictas.
El
azúcar en el té
Los
especialistas recomiendan beber el té sin azúcar,
pues enmascara el sabor de la infusión. No
obstante son muchos los que siguen añadiendo
una o dos cucharaditas.